lunes, 14 de marzo de 2011

Belleayre

Sí, había algo más piji que pasar la nochevieja en Vielha y bajar por las pistas de Baqueira Beret, esquiar en Nueva York, ósea. Concretamente, en las pistas de Belleayre. El sábado me acorde mucho de Marita, estas pistas si que le hubiesen gustado y no las de Baqueira, mira que llevarla ahí, pobre, cuando ella lo que quería era ir a Beret jajaja.

Desesperada por la imposibilidad de salir de una isla de 10 millones de personas y cansada de liderar expediciones que al final nunca tienen lugar, decidí ceder a las nuevas tecnologías y buscar a mis futuros compañeros de esquí (bueno ellos de snowboard, que se ve que mola más) por Internet.

En contra de todos los prejuicios que me había creado sobre lo de quedar por Internet (y sé que habrá ahora mismo algún gordo regodeándose) la gente con la que fui no resultaron ser ni pederastas, ni locos de la azotea, ni descuartizadores de jovencitas, ni perturbados, ni nada. Ni una propuesta obscena ni media. Todo normal, es más, todo genial :)

No sólo eso, si no que aprovechando mi recién adquirido habito social digital, me aventuré a la búsqueda de un coche por esos lares de Bill Gates tan recónditos para mi. La nueva versión digital de autostopear, en el fondo, tampoco dista tanto de la tradicional, total, todo queda entre dedos (y no, reitero, no hubo ninguna proposición indecentemente maleducada).

Belleyre no es que tenga las mejores pistas del planeta lo que hace que para mi sean absolutamente perfectas. Todo montaña de pistas azules y deslizándomeeeeeee.

Situado a unas dos horas y media de la ciudad, en el vecino estado de New Jersey (o Garden State), lo cierto es que mi día nevado resultó bastante económico: coche gratis ida y vuelta, comida casera y un forfait que sólo me costó 30 dólares (ventajas de ir en grupo, gracias a Internet). Pero claro, algún percance tenia que sufrir y, qué raro, perdí mi teléfono…

Me encantaría quedar cual deportista súper cool y decir que lo perdí en una de mis muchas bajadas peligrosas entre árboles a gran velocidad, pero no, lo cierto es que fue en la mísera sala de alquilar el equipo. Entre las botas, los palos y los esquís mi cabeza debió decidir que mejor prescindíamos del móvil y por algún lugar de la sala se quedó.

Me lo pasé como una enana subiendo y bajando sin parar, con gente súper simpática y lo mejor de todo, vencí mi terror al telesilla y arrastre (aquí mi amiga Alf recordará porqué) y no pareeee en todo el día de ir montaña arriba, montaña abajooooo. Mi forfait mejor aprovechado de la historia. Y, además, el personal de pistas, amabilísimo, lo dicho, una delicia.

http://www.belleayre.com/

1 comentario:

  1. Es que cualquier medio (incluso quedar por internet) bien utilizado puede servir para cosas buenas...
    Fdo. un gordo

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