lunes, 28 de marzo de 2011

Un ‘crack’ de ‘Urgencia(s)’

En EE.UU. la crisis ha obligado a muchas familias a recortar gastos. Muchas han optado por renunciar a su póliza de seguro sanitario. Sin embargo, mediante este sacrificio, se arriesgan a hipotecarse de por vida en caso de necesitar cuidados médicos.

Isabel acude cada día con su madre, Maria, al ambulatorio del barrio latino por excelencia de Nueva York: East Harlem. Esta familia, originaria de Puerto Rico, llegó a la ciudad en busca de nuevas oportunidades y de un futuro mejor para las generaciones futuras y, en parte, lo han conseguido. Isabel es la primera ‘newriqueña’ de la familia, expresión utilizada para los descendientes de padres puertorriqueños nacidos en la ‘gran manzana’. Esta mujer, que roza los cuarenta, estuvo trabajando durante más de una década en el sector industrial, hasta que la fábrica de curtidos a la que acudía cerró sus puertas hace algo más de un año. Desde entonces, Isabel se ha visto desprovista de la póliza sanitaria que le brindaba su contrato y que se extendía a toda su familia. Económicamente incapaz de poder pagar las cuotas por si misma y con una madre octogenaria que padece una dura enfermedad, libró una ardua batalla para conseguir la ayuda del Estado.

La cobertura sanitaria de los americanos se financia por medio de un sistema mixto de seguros público y privado, con especial relevancia en este último. El resultado es que 47 millones de habitantes no tienen ninguna cobertura sanitaria. Cifra a la que hay que sumarle los que no aparecen en las estadísticas: los no censados, los inmigrantes. Desgraciadamente, estos datos han aumentado en los últimos años. La recesión económica ha obligado a recortar gastos y muchos han optado por dar tijeretazo a su plan sanitario.

Cada vez hay más familias americanas viviendo al límite, sobreviviendo mediante cheques de pago que llegan con cuentagotas. Por eso cada vez hay más familias que viven sin la red de protección que el seguro sanitario proporciona. Según Robert Kerzner, presidente y director ejecutivo de LIMRA (Asociación Mundial de Compañías de Seguros y Servicios Financieros en sus siglas en inglés) "hoy hay menos hogares americanos cubiertos por el seguro de vida en comparación con hace seis años. La mayoría de las familias o no tienen seguro o no lo suficiente, dejando a un accidente o enfermedad terminal cerca de una catástrofe financiera”.

La enfermedad de su madre obliga a Isabel a acudir al ambulatorio una vez a la semana para sus cuidados. Tras el cierre de la fábrica y su despido pudo acogerse, tras innumerables papeleos y luchas con la Administración, al plan Medicare. Su madre, residente mayor de 65 años y con escasos recursos, cumplía con los requisitos. “Estuve muchísimo tiempo de aquí para allá, dando tumbos en busca de alguna solución” -dice Isabel- “A pesar de que mi madre podía acogerse al plan Medicare, la información no era clara y no sabía donde ir. Evidentemente, necesitaba una solución pero había pocas manos amigas y un sinfín de impedimentos”, remata la ‘newriqueña’.

LIMRA, en su estudio, preguntó a la población que porqué ‘se la jugaba’ con el seguro sanitario. La respuesta de un 40% de los estadounidenses fue que la razón se debía, simplemente, a presupuestos ajustados. Las economías domésticas decidieron priorizar el pago de la deuda de la tarjeta de crédito y el ahorro de un poco de dinero para la jubilación y la mayoría no tenía dinero de sobra para los pagos del seguro sanitario.

Hay personas que prescinden de su cobertura sanitaria por otros motivos, como Mathilde Calviac, una joven francesa que llegó hace casi una década a Nueva York y que cuenta con un montón de proyectos en la cabeza pero con poco tiempo y ganas de pagar la póliza. "Es difícil hacerse un hueco en esta ciudad, he trabajado en varias empresas y ahora estoy desarrollando mi propia consultoría de negocio, me paso el día de aquí para allá intentando captar futuros clientes y asentando las bases de la que espero sea mi empresa pero ni puedo ni quiero pagar un seguro sanitario”, apostilla la francesa.

De acuerdo con el US Census Boreau, cerca de 37 millones de los al menos 47 millones que no cuentan con seguro médico son sujetos en edad laboral (entre los 18 y los 64 años) y más de 27 millones trabajaban a tiempo parcial. Se calcula que 36 millones son ciudadanos de los Estados Unidos, frente a 9,7 millones de sujetos que no lo son, sin que se muestren datos concretos que distingan a extranjeros con visado de inmigrantes ilegales. Se calcula que de los 47 millones el 56% necesita asistencia financiera, lo que equivale al 8,9 % de la población.

Además de la falta de cobertura que afecta al 15% de la población censada, existen 62 millones de personas que tienen insuficiente cobertura sanitaria; es decir, su póliza sanitaria cubre un número muy reducido de servicios médicos, con lo cual, en caso de enfermedad, pueden llegar a pagar desde un 10% de sus ingresos anuales en facturas médicas a las compañías de seguros, a los hospitales o a los médicos que les atienden. De hecho, el 60% de las bancarrotas individuales que se dan en EEUU son de personas que se han arruinado como consecuencia de no poder pagar sus facturas médicas. La carestía en la cobertura sanitaria está tan generalizada que el 42% de las personas que se están muriendo como consecuencia de una enfermedad terminal indican estar preocupadas por cómo ellas o sus familias pagarán sus facturas médicas.

Yohandis, de República Dominicana no está acostumbrado a las bajas temperaturas que registra Nueva York en sus duros inviernos bajo cero. Hace un par de semanas, una gran placa de hielo en la entrada de su casa le costó caro, concretamente, $1100. “Quinientos ‘pavos’ por el servicio de ambulancia, más 600 de acudir a urgencias”, sentencia este caribeño. El dominicano se había roto la pierna. El hecho de ir sin muletas le costará un par de meses pero volver a ‘caminar’ le llevará más tiempo. “Aún no sé a cuanto se elevará el ‘monto’ total que tendré que pagar incluyendo el uso de Rayos X, la escayola, material sanitario, el doctor…”, añade. Yohandis, al romperse la pierna hizo añicos todas sus ilusiones de vivir su ‘gran sueño americano’.

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