El pasado domingo 1 de mayo, a medianoche, las televisiones de EE.UU. cortaron su programacion habitual para televisar el discurso del presidente que anunciaba en directo a toda la nacion y, por ende, a todo el mundo, la muerte de Osama bin Laden.
"Buenas noches. Esta noche puedo anunciar al pueblo estadounidense y al mundo que Estados Unidos ha dirigido una operación que ha causado la muerte de Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, y el terrorista responsable del asesinato de miles de hombres inocentes, mujeres y niños.
Hace casi 10 años que un luminoso día de septiembre se vio ensombrecido por el peor atentado contra el pueblo estadounidense de nuestra Historia. Las imágenes del 11-S son parte de nuestra memoria nacional: aviones secuestrados cortando un cielo sin nubes de septiembre, las Torres Gemelas desplomándose, humo negro en el Pentágono, los restos del vuelo 93 en Shanksville, Pensilvania, donde la actuación de heroicos ciudadanos evitó más dolor y destrucción.
"Buenas noches. Esta noche puedo anunciar al pueblo estadounidense y al mundo que Estados Unidos ha dirigido una operación que ha causado la muerte de Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, y el terrorista responsable del asesinato de miles de hombres inocentes, mujeres y niños.
Hace casi 10 años que un luminoso día de septiembre se vio ensombrecido por el peor atentado contra el pueblo estadounidense de nuestra Historia. Las imágenes del 11-S son parte de nuestra memoria nacional: aviones secuestrados cortando un cielo sin nubes de septiembre, las Torres Gemelas desplomándose, humo negro en el Pentágono, los restos del vuelo 93 en Shanksville, Pensilvania, donde la actuación de heroicos ciudadanos evitó más dolor y destrucción.
(¿Qué heroicos ciudadanos son esos? ¿No derribó ese avión otro caza? y además, ¿por qué no hay restos ni imágenes de ese avión y del que atentó contra el pentágono?)
Y sin embargo, sabemos que las peores imágenes son aquéllas que el mundo no vio. La silla vacía en la mesa a la hora del almuerzo. Niños que se vieron obligados a crecer sin su padre o su madre. Padres que nunca disfrutarán el abrazo de sus hijos. Cerca de 3.000 ciudadanos nos fueron arrebatados, dejando un vacío en nuestros corazones.
(Esto me recuerda a lo de la niña de Rajoy, pero en versión bien hecho)
El 11 de septiembre de 2001, en nuestro tiempo de dolor, el pueblo estadounidense se unió. Ofrecimos una mano a nuestros vecinos, y a los heridos, nuestra sangre. Reafirmamos nuestros lazos en común, y nuestro amor por la comunidad y el país. Ese día, sin importar de dónde veníamos, a qué dios orábamos, o de qué raza o grupo étnico éramos, nos unimos como una familia americana.
(Como se te ocurra rezar a Allah por aquí, la has fastidiado. Recordemos el revuelo montado por la construcción del Centro Cultural Islámico cerca de la Zona Cero –que tenia todos los permisos- porque los estadounidenses equiparaban a musulmán con terrorista)
Estábamos juntos también en nuestra determinación de proteger a nuestra nación y de llevar ante la justicia a los que cometieron este brutal ataque. Pronto supimos que los ataques del 11-S fueron perpetrados por Al Qaeda -una organización encabezada por Osama bin Laden, quien había declarado abiertamente la guerra a Estados Unidos y se había comprometido a matar inocentes en nuestro país y en todo el mundo. Y así fuimos a la guerra contra Al Qaeda, para proteger a nuestros ciudadanos, nuestros amigos y nuestros aliados.
En los últimos 10 años, gracias al incansable y heroico trabajo de nuestro ejército y nuestros expertos en contraterrorismo, logramos grandes avances. Desbaratamos atentados terroristas y fortalecimos nuestra defensa. En Afganistán, derrocamos al Gobierno talibán, que dio apoyo y un refugio seguro a Bin Laden. Y en todo el mundo, trabajamos con nuestros amigos y aliados para capturar o matar a decenas de terroristas de Al Qaeda, entre ellos varios de los que tomaron parte en el complot del 11-S.
En los últimos 10 años, gracias al incansable y heroico trabajo de nuestro ejército y nuestros expertos en contraterrorismo, logramos grandes avances. Desbaratamos atentados terroristas y fortalecimos nuestra defensa. En Afganistán, derrocamos al Gobierno talibán, que dio apoyo y un refugio seguro a Bin Laden. Y en todo el mundo, trabajamos con nuestros amigos y aliados para capturar o matar a decenas de terroristas de Al Qaeda, entre ellos varios de los que tomaron parte en el complot del 11-S.
(La Guerra soviética de Afganistán (1979-1989) fue un conflicto armado de nueve años de duración que implicó al Ejército Soviético, conjuntamente y en apoyo al gobierno del Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) contra los fundamentalistas islámicos insurrectos, autodenominados muyahidines, que eran apoyados por Estados Unidos, Arabia Saudita, Pakistán y otras naciones musulmanas, en el contexto de la Guerra Fría. La victoria muyahidin no duró mucho tiempo ya que en los noventa surgió un grupo de jóvenes estudiantes del Islam, los Talibanes, apoyados por EE.UU., dispuestos a acabar con la anarquía del Gobierno afgano. 2001: EE.UU. apoya al ‘nuevo’ Ejército Nacional Afgano (otrora aliado de los rusos) contra los Talibanes. Todos los gastos de expansión, incluyendo la paga y la adquisición de material, serán subvencionados por el Gobierno de los Estados Unidos)
Resumen: EE.UU. apoya al Ejército Nacional Afgano para que despoje del poder a los Talibanes a quienes, a su vez, apoyó en su causa contra los muyahidines. Muyahidines a quienes, de nuevo, EE.UU. subvencionó en su lucha contra la ocupación rusa. Conclusión: Afganistán, 30 años de guerra civil. Enough said.)
Resumen: EE.UU. apoya al Ejército Nacional Afgano para que despoje del poder a los Talibanes a quienes, a su vez, apoyó en su causa contra los muyahidines. Muyahidines a quienes, de nuevo, EE.UU. subvencionó en su lucha contra la ocupación rusa. Conclusión: Afganistán, 30 años de guerra civil. Enough said.)
Sin embargo, Osama Bin Laden evitó su captura y huyó por la frontera afgana a Pakistán. Y Al Qaeda, mientras tanto, continuó operando a lo largo de esa frontera y a través de sus filiales en todo el mundo.
Poco después de asumir el cargo, ordené a Leon Panetta, director de la CIA, hacer de la ejecución o la captura de Bin Laden la prioridad máxima de nuestra guerra contra Al Qaeda, al tiempo que continuaban nuestros esfuerzos por desbaratar, desmantelar y derrotar a su organización.
Poco después de asumir el cargo, ordené a Leon Panetta, director de la CIA, hacer de la ejecución o la captura de Bin Laden la prioridad máxima de nuestra guerra contra Al Qaeda, al tiempo que continuaban nuestros esfuerzos por desbaratar, desmantelar y derrotar a su organización.
(EE.UU. disparo contra Osama bin Laden porque “opuso resistencia”, aunque no iba armado y no uso a ninguna persona como rehén o escudo humano. Tras esto, decidieron arrojar su cadáver al mar, por si alguien tenía más preguntas)
Entonces, el pasado agosto, tras años de duro trabajo de nuestros servicios de inteligencia, fui informado de una posible pista de Bin Laden. No era ni remotamente una certeza, y nos llevó meses seguir esa pista sobre el terreno. Me reuní repetidamente con mi equipo de seguridad nacional mientras acumulábamos información sobre la posibilidad de haber ubicado a Bin Laden en un complejo remoto en Pakistán. Y finalmente, la semana pasada, decidí que teníamos suficiente información para pasar a la acción y autoricé una operación para capturar a Osama bin Laden y llevarlo ante la justicia.
(Muchas de estas pistas se obtienen mediante técnicas de tortura en Guantánamo. Recordemos que se autodefinen como defensores de los derechos y libertades de la humanidad.)
Hoy, bajo mi dirección, Estados Unidos ha lanzado una operación contra el complejo en Abbottabad, Pakistán. Un pequeño grupo de estadounidenses llevó a cabo la operación con extraordinaria valentía y capacidad. Ningún estadounidense resultó herido. Procuraron evitar víctimas civiles. Tras un tiroteo, mataron a Osama bin Laden y se hicieron cargo de su cadáver.
(Más bien, se deshicieron de él)
Durante más de dos décadas, Bin Laden ha sido el líder de Al Qaeda y su símbolo, y ha seguido planeando ataques contra nuestro país y nuestros amigos y aliados. La muerte de Bin Laden marca el logro más significativo hasta la fecha en el esfuerzo de nuestra nación para derrotar a Al Qaeda.
Sin embargo, su muerte no significa el fin de nuestro esfuerzo. No hay duda de que Al Qaeda continuará con los ataques contra nosotros. Por lo que debemos –y lo haremos- mantener la alerta en el país y el extranjero.
Al hacerlo, también debemos reafirmar que los Estados Unidos no están -ni nunca estarán- en guerra con el Islam. He dejado claro, al igual que el presidente Bush lo hizo poco después del 11-S, que nuestra guerra no es contra el Islam. Bin Laden no era un líder musulmán, era un asesino en masa de los musulmanes. De hecho, Al Qaeda ha matado a decenas de musulmanes en muchos países, incluyendo el nuestro. Así que su desaparición debe ser bienvenida por todos los que creen en la paz y la dignidad humana.
Con los años, he manifestado en repetidas ocasiones que tomaríamos medidas en Pakistán si tuviéramos la certeza de que Bin Laden se encontraba allí. Eso es lo que hemos hecho. Pero es importante señalar que nuestra cooperación antiterrorista con Pakistán nos ayudó a llegar hasta Bin Laden y el recinto donde se escondía. De hecho, Bin Laden declaró la guerra a Pakistán, y ordenó los ataques contra el pueblo paquistaní.
Esta noche he llamado al presidente Zardari, y mi equipo también ha hablado con sus homólogos paquistaníes. Están de acuerdo en que éste es un buen e histórico día para nuestras naciones. Y en el futuro, es esencial que Pakistán continúe unido a nosotros en la lucha contra Al Qaeda y sus afiliados.
El pueblo estadounidense no eligió esta lucha. Llegó a nuestras costas, y comenzó con la masacre sin sentido de nuestros ciudadanos. Después de casi 10 años de servicios, lucha y sacrificio, conocemos bien los costos de la guerra. Estos esfuerzos pesan sobre mí cada vez que, como Comandante en Jefe, tengo que firmar una carta para una familia que ha perdido a un ser querido, o mirar a los ojos de un miembro del servicio que ha sido gravemente herido.
Sin embargo, su muerte no significa el fin de nuestro esfuerzo. No hay duda de que Al Qaeda continuará con los ataques contra nosotros. Por lo que debemos –y lo haremos- mantener la alerta en el país y el extranjero.
Al hacerlo, también debemos reafirmar que los Estados Unidos no están -ni nunca estarán- en guerra con el Islam. He dejado claro, al igual que el presidente Bush lo hizo poco después del 11-S, que nuestra guerra no es contra el Islam. Bin Laden no era un líder musulmán, era un asesino en masa de los musulmanes. De hecho, Al Qaeda ha matado a decenas de musulmanes en muchos países, incluyendo el nuestro. Así que su desaparición debe ser bienvenida por todos los que creen en la paz y la dignidad humana.
Con los años, he manifestado en repetidas ocasiones que tomaríamos medidas en Pakistán si tuviéramos la certeza de que Bin Laden se encontraba allí. Eso es lo que hemos hecho. Pero es importante señalar que nuestra cooperación antiterrorista con Pakistán nos ayudó a llegar hasta Bin Laden y el recinto donde se escondía. De hecho, Bin Laden declaró la guerra a Pakistán, y ordenó los ataques contra el pueblo paquistaní.
Esta noche he llamado al presidente Zardari, y mi equipo también ha hablado con sus homólogos paquistaníes. Están de acuerdo en que éste es un buen e histórico día para nuestras naciones. Y en el futuro, es esencial que Pakistán continúe unido a nosotros en la lucha contra Al Qaeda y sus afiliados.
El pueblo estadounidense no eligió esta lucha. Llegó a nuestras costas, y comenzó con la masacre sin sentido de nuestros ciudadanos. Después de casi 10 años de servicios, lucha y sacrificio, conocemos bien los costos de la guerra. Estos esfuerzos pesan sobre mí cada vez que, como Comandante en Jefe, tengo que firmar una carta para una familia que ha perdido a un ser querido, o mirar a los ojos de un miembro del servicio que ha sido gravemente herido.
(Según las conclusiones de las investigaciones oficiales del gobierno estadounidense, los ataques cumplían con la intención declarada de al-Qaeda, expresada en la fatwa de 1998 de vengar tres crímenes de EE.UU. –fregaos que tampoco eligió el pueblo- reproduzco la fatwa (pronunciamiento legal islámico) .
“Apoyo militar de los EE.UU. a Israel.
Ocupación militar de la península arábiga por EE.UU.
Agresión estadounidense contra el pueblo de Iraq.
La fatwa establece que los Estados Unidos:
Saquea los recursos de la Península arábiga.
Dicta la política a seguir a los gobernantes de dichos países.
Apoya a regímenes y monarquías abusivos que oprimen a su propia gente.
Tiene bases e instalaciones militares en la península arábiga, violando así su Tierra Santa, con el fin de atemorizar a los estados vecinos.
Intenta dividir a los estados árabes con la finalidad de debilitarlos como fuerza política.
Apoya a Israel, y desea distraer a la opinión mundial de la ocupación de Palestina.
La Primera Guerra del Golfo, el posterior embargo sobre Iraq, y el bombardeo de este país por Estados Unidos son citadas en la fatwa de 1998 como prueba de esas alegaciones.")
Los estadounidenses entienden los costos de la guerra, aunque como país nunca toleraremos que nuestra seguridad se vea amenazada ni nos quedaremos de brazos cruzados cuando se mate a nuestra gente. Seremos implacables en la defensa de nuestros ciudadanos y de nuestros amigos y aliados. Seremos fieles a los valores que nos hacen quienes somos. Y en noches como ésta, podemos decirles a aquéllos que han perdido a seres queridos por el terrorismo de Al Qaeda: se ha hecho justicia.
(Conviene recordar la relación entre la familia Bush con eminentes miembros de familias de Arabia Saudí (incluida la familia de Bin Laden) en una relación que se extiende durante más de treinta años, así como la evacuación de familiares de Osama bin Laden organizada por el gobierno de George W. Bush después de los ataques del 11 de septiembre. Y aunque la relación de negocios entre los clanes Bush y Bin Laden no es discutida, la misma no es ampliamente conocida.)
Esta noche, damos gracias a la inteligencia y a un sinnúmero de profesionales de la lucha contra el terrorismo que han trabajado incansablemente para lograr este resultado. El pueblo estadounidense no ve su trabajo, ni sabe sus nombres. Pero esta noche, sienten la satisfacción de su labor y el resultado de su búsqueda de la justicia.
Damos gracias por los hombres que llevaron a cabo esta operación, ya que ejemplifican el profesionalismo, el patriotismo y la valentía sin igual de los que sirven a nuestro país. Y son parte de una generación que ha llevado la mayor parte de la carga desde ese día de septiembre.
Por último, permítanme decirle a las familias que perdieron seres queridos en el 11-S que nunca hemos olvidado su pérdida, ni hemos dudado de nuestro compromiso en hacer todo lo posible para prevenir otro ataque a nuestro territorio.
Y esta noche, vamos a rememorar la sensación de unidad que prevaleció ese 11-S. Sé que a veces se ha visto debilitada. Sin embargo, el logro de hoy es testimonio de la grandeza de nuestro país y la determinación del pueblo estadounidense.
La causa para asegurar a nuestro país no se ha completado. Pero esta noche, volvemos a recordar que Estados Unidos puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestra historia, ya sea la búsqueda de la prosperidad de nuestro pueblo, o la lucha por la igualdad para todos nuestros ciudadanos; nuestro compromiso de defender nuestros valores en el extranjero, y nuestros sacrificios para hacer del mundo un lugar más seguro.
Damos gracias por los hombres que llevaron a cabo esta operación, ya que ejemplifican el profesionalismo, el patriotismo y la valentía sin igual de los que sirven a nuestro país. Y son parte de una generación que ha llevado la mayor parte de la carga desde ese día de septiembre.
Por último, permítanme decirle a las familias que perdieron seres queridos en el 11-S que nunca hemos olvidado su pérdida, ni hemos dudado de nuestro compromiso en hacer todo lo posible para prevenir otro ataque a nuestro territorio.
Y esta noche, vamos a rememorar la sensación de unidad que prevaleció ese 11-S. Sé que a veces se ha visto debilitada. Sin embargo, el logro de hoy es testimonio de la grandeza de nuestro país y la determinación del pueblo estadounidense.
La causa para asegurar a nuestro país no se ha completado. Pero esta noche, volvemos a recordar que Estados Unidos puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestra historia, ya sea la búsqueda de la prosperidad de nuestro pueblo, o la lucha por la igualdad para todos nuestros ciudadanos; nuestro compromiso de defender nuestros valores en el extranjero, y nuestros sacrificios para hacer del mundo un lugar más seguro.
(Las verdaderas razones que impulsaron al gobierno Bush para invadir Afganistán en 2001 e Irak en 2003, corresponden más a la protección de los intereses de las petroleras norteamericanas que al deseo de liberar a los respectivos pueblos o evitar potenciales amenazas. Es probable que la guerra con Afganistán no tuviera como principal objetivo capturar a los líderes de Al Qaeda sino favorecer la construcción de un oleoducto. Además, Irak no era en el momento de la invasión una amenaza real para Estados Unidos sino una fuente potencial de beneficios para las empresas norteamericanas).
(Y, de verdad, el escáner corporal –al que no pueden obligarme- en la Estatua de la Libertad, sobra. La humillación en la cola de inmigración, también. Que te retengan en el aeropuerto en una cámara aislada sin derecho a comunicarte con nadie como vean un sello en tu pasaporte que no les gusta, queda algo feo. Para todo lo demás, Mastercard).
Recordemos que podemos hacer estas cosas no sólo por la riqueza o el poder, sino por lo que somos: una nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos.
Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.
Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.
(¿¿¿ Qué Dios de todos es el que les vale???)
Tras el discurso, se salto a la mesa de comentarios en los que reputados periodistas hacían mención a lo mucho que les habría gustado “ver como reventaba la cabeza del *** de bin Laden). Poco después, una marea humana, incluidos los –estos si- valientes y heroicos bomberos de Nueva York, que merecen mención aparte, salieron a festejar la muerte de Frankestein todavía con sus machetes en alto.
Yo, flipo
Yo, flipo
No hay comentarios:
Publicar un comentario