Donald Trump. Gigoló. Multimillonario. Carne de reality show. Empresario. Portada de prensa rosa. Algo ecléctico, diría yo. La revista Time publicaba hace algunas semanas una entrevista a este personaje. El tema: su posible candidatura a la presidencia estadounidense. “Puedo hacer de este país algo grande otra vez, EE.UU. se ha convertido en el hazmerreír del mundo”, clamaba este combo made in USA.
Según una encuesta sobre las primarias republicanas de 2012 en el sitio web NewsMax, un 57% de los electores apoyaba una posible candidatura de ‘Mr T’ a presidente. Frente a ránkings deotros políticos establecidos como Mitt Romney, Mike Huckabee y Barbour Haley, quienes no llegaron a reunir ni un 10%, lo cierto es que Trump no quedó en mala situación.
La encuesta, en realidad, no significaba mucho, por no decir nada. Consistía en que un grupo de internautas ‘clickaran’ en la cara de Trump en un banner. Fin. Pero qué más da, Trump se puso a repartir a diestro y siniestro centrado en la tarea que le ocupaba: la presidencia de la nación más poderosa del mundo, una última frontera para un ganador de por vida.
Hoy sabemos que Trump desestima ser candidato a la presidencia en favor de continuar con su reality show, The apprentice, según anunció esta semana en la NBC. Una verdadera razón de peso. Pero, antes, durante semanas, el multimillonario le ha estado pidiendo a Obama que publicara su certificado de nacimiento, dando fuelle a aquellos rumores que aseguran que el presidente había nacido en África o Indonesia, y no en EE UU, lo que invalidaría su presidencia. Trump pudo con Obama quien, finalmente, tuvo que hacer público su certificado de nacimiento de Hawaii.
Donald Trump. Magnate de los negocios, personalidad de televisión. Su modo de vida extravagante lo ha hecho una celebridad durante años. Ahora, cansado de sus casinos, hoteles y edificios, Mr. ‘T’ se ha lanzado por otros derroteros, usando su nombre como emblema: agua embotellada Trump, concurso de Miss Universo, discotecas, compañías de aviones, locales Trump en Dubai o el Mar Negro, línea de ropa masculina en Macy’s, ‘escritor’ de libros sobre Business , Carne marca ‘Trump’. Allí donde el lujo -o la oportunidad- florece, Donald aparece raudo y veloz a ofrecer su capital o su nombre como marca. Mr ‘T’ es ‘The Human Logo’, como lo llaman aquí. Para ello, no duda en usar cualquiera de las plataformas a su alcance, aunque en ocasiones se basen en un misero banner condimentado por injurias a un supuesto presidente apátrida.
A diferencia de la mayoría de grandes empresarios de Manhattan, Trump no construyó su fortuna simplemente mediante el sudor de su frente. Donald es un experto de las Public Relations. Siempre ha dado titulares. "El espectáculo es Trump", dijo a Playboy en una entrevista de 1990."Y eso significa entradas agotadas en todas partes." Sin el ‘Trump’, después de todo, el agua embotellada solo es agua embotellada.
Donald es un empresario que dice ser de éxito. Su fortuna se estima en 2.700 millones de dólares, segun la revista Forbes. A finales de los años ochenta, sin embargo, dejó a su empresa en suspensión de pagos y estuvo al borde de la bancarrota personal. Aquellos apuros financieros, sin embargo, no copan las páginas de diarios que hablan sobre él y su ya descartada campaña. Trump no es carne de diario, ni siquiera de prensa salmón en sentido estricto. Es, en realidad, un habitual de la prensa rosa. Sus aventuras y desventuras con su exmujer, Ivana Trump, fueron las que le lanzaron a la fama en EE UU. Él tuvo una aventura, ella le descubrió y se acabó llevando unos 25 millones de dólares en metálico y en propiedades. En 1992 ella dijo a las revistas, tras el divorcio: "¡No te pilles solo un cabreo, píllalo todo!".
Vamos, que a ‘Mr T’ lo que le va es el follón. En 1987, Trump sacó anuncios a toda página en varios periódicos criticando a la clase política, entonces dirigida por Ronald Reagan. "El mundo se ríe de los políticos de Estados Unidos", decía la copia, avivando ya entonces los falsos rumores sobre una posible candidatura a la presidencia.
Falto de asuntos de los que hablar después de que Obama acallara los rumores sobre su certificado de nacimiento y dada por finquitada su breve carrera presidencial, Trump ha empezado a hablar de su afamado look y de como se peina cada día.
El gráfico, cortesía de Time:
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